A partir de hoy, en rigor de verdad desde el martes, cuando se filtró la confirmación del Orfeo, Córdoba es la capital del tenis. Para bien y para mal.
Conscientes de que lo que significa albergar la final de la Copa Davis, lobbystas de turno, funcionarios y empresarios se movieron y se seguirán moviendo para aprovechar semejante oportunidad para mostrarse ante los flashes.
De esta manera, nuestra ciudad sufrirá, para bien y para mal, las consecuencias del “mundo Davis”.
Para bien, Córdoba será objeto de un riguroso lavado de cara. Las vías de acceso y egreso al Orfeo sean acondicionadas de manera que puedan soportar el incesante flujo de tránsito que se demandará el evento, las calles serán convenientemente asfaltadas, la peatonal y el centro lucirá limpio y brillante, al menos por un par de semanas (¿peinarán a los patitos del Suquía?). Lógicamente, el cordobés medio se aprenderá (o aparentará saber) el reglamento del tenis y no faltará quien se vista “a lo Rafa Nadal”, con esos pintorescos pantalones pescadores. En definitiva, la Docta dejará de serlo para convertirse en la ciudad que cobijará a la Ensaladera de Plata.
Justamente, esa es la semilla de lo “malo” de albergar semejante evento. Dadas las reducidas dimensiones de nuestra ciudad, todo girará al compás de la Davis.
O sea que todos seremos argentinos, hincharemos por Nalbandian y Del Potro, admiraremos a Nadal y Ferrer… y nos olvidaremos de la pobreza, los reclamos salariales, la inseguridad, la basura en los barrios periféricos, el pésimo transporte público y la lista sigue.
Ojalá que el olvido sea pasajero.
*Publicado en Hoy Día Córdoba el 9-10-08