martes, 26 de junio de 2012

Fútbol zurdo

Una de las discusiones más lindas y posiblemente interminables es aquella que define a las escuelas futbolísticas de acuerdo al arco ideológico. El encargado de abrir el “debate” fue César Luis Menotti. “Un día dije que había un fútbol de izquierda y otro de derecha. Los más generosos, los más artistas, los más cultos siempre fueron de izquierda, siempre estuvieron más cerca de mí que lo otro, el mercado. Un fútbol generoso, abierto, comprometido con la gente, el orgullo de la representatividad, el orgullo de la pertenencia... todo eso que pregono me suena más a la izquierda que a la derecha. Después hay otro fútbol, al que no le importa la gente, solamente le interesa el resultado”, disparó el Flaco. El “otro”, el que está en la vereda del frente, sería el que practican los equipos de Carlos Salvador Bilardo, que hacen del rendimiento físico un culto y que no escatiman “recursos” para lograr el triunfo (el bidón de Branco, por ejemplo). En un equipo bilardista brilló Diego Maradona, típico exponente de un fútbol de izquierda. No faltará quien argumente (no sin razón) que, al ser la quintaescencia del talento, Diego representa al fútbol individual, capaz de ganar partidos en soledad, en fin, de representar el pensamiento de la derecha. Discusiones “de quinto whisky” al margen, lo cierto es que uno de los ejemplos del fútbol de izquierda lo dio el italiano Andrea Pirlo, quien en la definición por penales de una de las llaves de cuartos de final de la Eurocopa homenajeó a Antonin Panenka. En pleno apogeo del fútbol total de Johan Cruyff, un 20 de junio de 1976, Alemania y Checoslovaquia definían el título de la Euro de Yugoslavia por tiros desde el punto del penal. Con la serie 4-3 a favor de los checos, el delantero de Bohemians de Praga acomodó la pelota para patear. Enfrente estaba Sepp Maier, arquero campeón del mundo dos años antes. Entonces, del otro lado de la Cortina de Hierro apareció un guiño para “los zurdos”: Panenka tomó una larga carrera, amagó con rematar fuerte y la picó sutilmente ante la atónita mirada de Maier y de todos los que colmaron el estadio del Estrella Roja de Belgrano. “No fue en absoluto un acto de rebeldía. Siempre concebí el fútbol como una alegría para los espectadores, un espectáculo que proporcione temas de conversación en los bares. No fue un gesto que buscase la rebeldía sino la diversión”, declaró el ex jugador a la revista española llamada Panenka en su honor. ¿Y si lo erraba? “Probablemente no habría jugado más y ahora sería tornero, que es mi profesión”, indicó el actual presidente honorario de Bohemians FC. *Publicado el 26/06/2012 en Hoy Día Córdoba. Sección En Sepia

1 comentario:

Anónimo dijo...

El cabezón Ruggeri podría ser, entonces, el infaltable sindicalista peroncho de derecha; el Burrito Ortega, el anarquista mamerto; y Caruso Lombardi, Firmenich.