martes, 20 de marzo de 2012

Viejo y glorioso


A principios del siglo pasado, la fundación de un club significaba mucho más que un solemne acto en el cual un grupo de chicos o adolescentes se juntaban para jugar al “football”. En un segundo plano, lo que los “padres fundadores” estaban haciendo, sin saberlo, era dar el puntapié inicial a surgimiento de un actor central en el fortalecimiento de las redes de sociabilidad, fundamentalmente en los incipientes conglomerados urbanos. Córdoba no fue la excepción.
En su reciente trabajo “Cuando éramos footballers. Una historia sociocultural del surgimiento y la difusión del fútbol en Córdoba (1900-1920)”, el historiador Franco Reyna toma como ejemplo el surgimiento de clubes como Universitario, Belgrano y Córdoba Athletic para demostrar la relación entre el devenir de estas entidades asociativas con el desarrollo de la ciudad.
Belgrano, en particular, siempre estuvo por demás ligado a Córdoba. De hecho, el primer presidente del club, que ayer cumplió 107 años, fue un joven de 14 años llamado Arturo Orgaz, que luego llegaría a ser uno de los promotores de la Reforma Universitaria de 1918, además de destacado intelectual y político.
Quizá menos conocida es la historia que tiene como protagonista a uno de los grandes ídolos de la institución de Alberdi. Se trata de Rodolfo Cuellar, el gran capitán del Celeste, quien tuvo una relación política, poco difundida con Agustín Tosco, uno de los cuadro políticos - sindicales más sólidos que dio nuestra provincia.
En paralelo a la carrera como futbolista, Cuellar trabajó 28 años en EPEC, donde conoció al Gringo de Coronel Moldes. “Iba poco a Luz y Fuerza. Era un afiliado más. Pese a su fama y reconocimiento, nunca fue de hacer alharaca”, señaló un integrante de la Comisión Directiva.
Sin embargo, al menos una vez, esa fama fue más que necesaria. Según declaro su hija Cecilia en una entrevista publicada en la revista Matices, versión que fue corroborada por viejos dirigentes sindicales de LyF, estando Tosco en la clandestinidad, Cuellar lo escondió en el baúl de su auto para poder atravesar un control policial a la salida de la ciudad. Algunas versiones no confirmadas van mucho más allá al indicar que Tito era el encargado de llevarle víveres al líder sindical en la clandestinidad. Quizá esto no se sepa nunca, porque como bien recuerda un íntimo colaborador de Tosco, apodado Tío, “cuando la cosa es clandestina, es clandestina”.

Nicolás Fassi

*Foto: gentileza http://alobelgrano.blogspot.com.ar/

Publicado en Hoy Día Córdoba el 19 de marzo de 2012

2 comentarios:

Gringo dijo...

muy buena. Seguramente ya leíste también la nota que escribió Juancito del Campillo pa la Matices.
Un abrazo

Nicolás Fassi dijo...

Si, claro! Notón!