“Leer bajo el agua nos sugiere cierta aproximación a inquietantes retratos donde lo fantástico y lo absurdo se deslizan peligrosamente entre lo cotidiano”, señala de manera acertada el comentario de Graciela Kempa sobre el trabajo de Sergio Heredia (Córdoba, 1960).
Historias por demás inverosímiles, con desarrollos trabajados y con una gota justa de suspenso, son el punto fuerte del conjunto de relatos que se caracterizan por darles un aire de familiaridad a los personajes principales.
A pesar de las grageas de Cortázar, Leer bajo el agua defecciona a la hora del cierre de algunos de los relatos, ya que no siempre están a la altura de los elaborados (y por momentos atrapantes) desarrollos de algunas historias.
Los amantes de las historias fantásticas estarán de parabienes con este conjunto de relatos cortos, que los transportarán a una casa habitada (¿solamente?) por una mujer llamada Helena, o al consultorio médico para acompañar a un gordo que no encuentra explicación física, mental y psicológica para su gruesa contextura.
Incluso, Heredia se da el gusto de graficar de manera particular los avatares por los que debe pasar un escritor para lograr que el editor le publique un texto. “Y sí, aunque no lo parezca, los escritores también somos seres humanos”. Toda una declaración de principios.
Publicado en Hoy Día Córdoba el 3-8-07
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