Por segunda semana consecutiva, los resúmenes de la fecha del fútbol argentino volvieron a mostrar escenas relacionadas con la violencia.
Violencia desde arriba, de guante blanco, inacción policial, complicidad de la dirigencias, problema social, etcétera, son conceptos repetidos hasta el hartazgo a la hora de intentar graficar (si es posible) la escalada de hechos que ya se han convertido en un clásico de los domingos a la noche. Pero por más definiciones teóricas que demos los cagatintas (radiales, televisivos y gráficos) la solución llegará dentro de mucho tiempo, si es que llega.
Es que mientras se siga elevando al folclore del fútbol al nivel de ritual religioso, el crecimiento del “producto” será directamente proporcional. En otras palabras, por más que violencia conspire en contra del negocio, si la oferta sigue en las pantallas de televisión y en los quioscos, la rueda seguirá gozando de buena salud.
Por otro lado, es tan grande es el volumen de divisas que maneja el fútbol que generó varios puestos de trabajo. Además del clásico vendedor del “gorro-bandera-vincha”, de choripán, de llaveros, etcétera, el negocio de la redonda alumbró el nacimiento de los hinchas profesionales.
Apañados por dirigentes, que los utilizan como fuerza de choque, y por los propios futbolistas, que quedaron presos de las prebendas iniciales (para el chori y el vino), estos profesionales de la tribuna venden seguridad en las tribunas (flor de ironía) y aguante contra viento y marea. El problema es que lo que comenzó como un “favor” se convirtió en un derecho adquirido. Es entonces cuando ocurren cosas como las del domingo en cancha de Vélez, todo bajo la atenta mirada de escasos policías. ¿La AFA? Bien gracias.
Un detalle. En Italia, un hincha de Parma murió el fin de semana al ser atropellado por un colectivo con simpatizantes de Juventus. A pesar que varios testigos indicaron que se trató de un accidente sin relación aparente con el cotejo, ambos clubes acordaron suspender el partido por respeto a los familiares. Todo un signo.
*Publicado en Hoy Día Córdoba el 1-4-08
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9 comentarios:
"Todo pasa", dirá seguramente Don Julio.
"Todo pasa" era el título justo. Pero iba a usarlo por 3258643ª vez.
Un abrazo.
Cada vez que haya violencia, debería suspenderse TODA la fecha y restarles puntos a los equipos cuyas hinchadas participan en las grescas y multar a los clubes con dinero.
Saludos.
Andrés.
En América Latina, decía, la frontera entre el fútbol y la política es tan tenue que resulta casi imperceptible. Es larga la lista de los gobiernos que cayeron o fueron derrocados por los militares sólo porque la selección nacional había perdido un partido. Los periódicos llaman traidores a la patria a los jugadores del equipo perdedor. Cuando Brasil ganó en México el Campeonato Mundial, un amigo mío, exiliado político brasileño, estaba destrozado: "La derecha militar", dijo, "tiene asegurados por lo menos unos cinco años de gobierno sin que nadie la importune". Pág. 189-190
... En toda Latinoamérica, los estadios cumplen esta doble función; en tiempos de paz sirven como terreno de juego, y en tiempos de crisis se convierten en campos de concentración. Pág. 196
La guerra del fútbol. Ryzard Kapuscinski.
Andrés: Lambetablemente eso nunca pasará porque hay demasiado dinero en juego. Por sí sola, la suspensión de la fecha no es paliativo. Debe estar acompañada por una política "seria" que se proponga erradicar a los violentos.
"Política" qué palabra...
Kapu: ¿No me prestás ese libro?
No te hagas ilusiones de que habla de fútbol.
Kapu.
Si no hay fútbol, no hay negocio. Si se suspenden las fechas, no hay ganancias.
Si a los equipos se les quitan los puntos por culpa de los violentos, los otros hinchas se van a enojar. Y si a los clubes les sacan dinero cada vez que los violentos les traen problemas, se van a molestar los dirigentes.
Si no hay voluntad...
Saludos.
Andrés.
Kapu: Ya sé, pero ahora que lo pienso bien, un libro prestado es un libro perdido.
Andrés: Está mal plantear dicotomías, pero me parece que el partido negocio vs. fútbol tiene un claro ganador. Ergo, todo seguirá igual. La única solución es dejar de ir a la cancha... y que se terminen matando entre ellos.
Nico: Eso es, me parece, decir que no hay solución. Si alguien, el Estado, hace algo, puede haber salida. Pero ya veo que no.
Salud... os.
Andrés.
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